Tus modales son por mucho, uno de los factores incidentes en tu éxito y en la trascendencia que tengas en la vida de tus colaboradores, relacionados comerciales, clientes y socios.

Desenvolvernos con soltura y elegancia en una sociedad dinámica y permeable como la de hoy es una cuestión mandatoria, pero queda en el plano y la dimensión de la forma, no necesariamente en la dimensión de los modales y el arte del buen relacionarse.

No se trata de ser rebuscado. Elegancia y naturalidad van siempre de la mano. Tener buenos modales debe superar nuestros egos, megalomanías y egolatrías, para trascender a otras dimensiones humanas de mayor impacto. No haremos de esta publicación, un manual de protocolo sobre saber estar o protocolo empresarial, solo queremos mencionar algunas ponderaciones necesarias, para que los profesionales de hoy en día, recuerden la importancia de construir éxito a base de lo que dices que eres con tus palabras Vs lo que terminas siendo con tus con tus acciones y falto de cuido a los detalles.

Los buenos modales no son solamente una regla. Son hábitos y saber hacer que deben estar presentes y normalizados en todas las situaciones de la vida cotidiana, siendo estos para un emprendedor una etiqueta notoria en el hacer de sus negocios. No obstante, haya desacuerdos, la gente nunca olvida el trato ético, transparente, genuino, respetuoso, digno y detallista que le des.

La cortesía es inherentemente persuasiva. Estelarizar todos los momentos y actores, con toda probabilidad abrirá para ti nuevas oportunidades en el momento o en el corto y mediano plazo.

Para sobrevivir y destacarse en el ambiente empresarial y social se hace necesario el conocimiento de las reglas protocolares como herramientas diarias y hábitos que no nos cuesten ningún esfuerzo.

Participar con el silencio, nos colabora en respetar a los demás, pero también en evitar dar informaciones excesivas que no nos dejen al descubierto a destiempo. Hay que saber callar por respetar pero también por no auto-sabotearnos. Sé prudente y practica el dominio propio. No hay que participar de todo ni hablar en todos los foros. Aprende el role de estar inerte donde tu participación y opinión no ha sido requerida.

Por otra parte, y como bien afirma el famoso adagio: “En Roma, compórtate como un romano” o lo que sería un símil también,” donde fueres has lo que vieres”.  No quieras marcar tendencias donde están las reglas establecidas y funcionan, sobre todo si no vas a hacer propulsor de un tiempo o etapa de cambios en esos entornos. Las empresas como las naciones tienen sus dinámicas, y se vale participar de ellas, pero no procede, pretender el protagonismo de cambios que nadie ha considerado necesarios, excepto tu. Aún para romper el status quo, se debe tener sentido de la oportunidad.

Y sin pretender ser esta publicación un decálogo de reglas queremos recordarte hábitos maravillosos que enriquecerán tu relación con los demás y el patrimonio reputacional de tu persona y tu negocio: ser puntual, actuar con empatía en los momentos, pedir disculpas cuando sea necesario sin cualquierizar esta acción porque te la pases de error en error y de inobservancia en inobservancia, sonríe como bienvenida a cada momento y persona, actúa con coherencia entre lo que dices, piensas y haces, Considera a los demás y trátalos como te gustaría ser tratado en la misma situación, y por ultimo, diferencia los momentos y distingue cuando se esta en un espacio distendido y relajado, y cuando el momento y tema mandan a la sobriedad absoluta. En materia de negocios y empresas, no todo es un juego, muy por el contrario.

Al final, la gente confía en la formalidad, no obstante, estemos en tiempos exprés, minimalistas y relajados. Los principios básicos del saber estar y relacionarse nunca pasarán de tiempos, porque no son una moda, sino una necesidad perenne del ser humano.